Las verdades del autismo
En una entrevista que realizó MIWISCONSIN se conocieron detalles de lo que significa vivir con una persona que tiene autismo e incluso con una que todavía no sabe que puede padecer de esta condición.
Dulce Contreras es una mujer nicaragüense que vive en Wisconsin y tiene dos hijas, una de ella es autista, “me di cuenta que dejó de hablar y que no quería volver a hacerlo, entonces comencé a preguntar entre mis amigas si tenían una experiencia parecida y no. Después consulté al pediatra y dijo que era normal. Sin embargo, consult una especialista y confirmó que había un retraso en el desarrollo del lenguaje y empezamos con unas terapias”, explicó.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades denominan el autismo o el trastorno del espectro autista (TEA) como una discapacidad del desarrollo causada por diferencias en el cerebro conocida como una afección genética. Según la experiencia de Contreras el TEA es una condición que intensifica la capacidad sensorial y en ocasionas dificulta el lenguaje y la socialización.
“Las primeras señales aparecen alrededor de los 15 a 18 meses o entre 12 y 18 meses. Los niños se desarrollan normalmente como de cero a un año y luego de esto vamos a empezar a ver que los niños comienzan a las pocas palabras que decían ya no las dicen y entonces dejan de hablar y en cambio, apuntan las cosas que ellos quieren o te agarran de la mano y te llevan hacia donde ellos quieren ir. Caminar en puntillas, seleccionan alimentos específicos, hacen aleteo”, manifiesta.
Entre otras de las características que puede presentar un niño con autismo es que se ríen de un momento a otro por mucho tiempo y sin ningún motivo. Se cubren los oídos, corren de un lado a otro, dan muchas vueltas y a gran velocidad, se introducen cosas a la boca, chupan la ropa, muerden y realizan acciones repetidas como aplaudir más de 80 a 100 veces al día; tienden a organizar los juguetes en línea y algunos buscan la oscuridad.
“Los niños se expresan a través de su cuerpo”, cada caso es diferente y se puede manifestar de distintas formas, “dependiendo del área sensorial donde el niño está más afectado, se pueden evidenciar algunos comportamientos con más frecuencia que otros”.
Con voz recia y un vocabulario fluido, Dulce asegura que en los países de Latinoamérica en ocasiones nos presionan a no expresar lo que se siente, a no demostrar fragilidad y a ser siempre fuertes. Sin embargo, indica que esta es una práctica que no se debe perpetuar ya que las emociones son necesarias y los niños con autismo las sienten con más intensidad, tanto, que pueden llegar a ser perturbadoras.
La frialdad de los médicos y especialistas al confirmar la condición de Alexandra, dejaron perpleja a Contreras, situación que le costó un tiempo para digerir la información que estaba recibiendo. No obstante, su valentía la impulsó a entender las nuevas dinámicas que se iban presentando, a sobrellevar los retos que la noticia agregó a su matrimonio y a sacar adelante a la niña y a su hermana menor junto a su esposo.
De igual manera, Contreras explicó que actualmente se ha ido descubriendo con más frecuencia el autismo en adultos, sin embargo, detectar a tiempo el autismo permitirá que a través de tratamientos y terapias, los pacientes logren sobrellevar el TEA de mejor manera.
“El autismo es un diagnóstico que se le hace a los niños y una vez lo recibes el diagnóstico va a ser de por vida. Entonces lo más importante es pensar cómo podemos llevar a nuestros niños, una vez diagnosticados hacer unas personas mucho más independientes porque eso ayuda mucho a los papás a reducir esa ansiedad, el miedo y te deja navegar con más felicidad y confianza en el en el camino”, aseguró.
Por fortuna, la historia de Dulce y Alexandra tiene un progreso satisfactorio y el médico que la asistió, la diagnosticó a los 11 años con un progreso de recuperación único, “mi hija no pudo haber sido más autista de lo que los otros niños pueden ser y hoy por hoy ella está en un programa del Madison College, está aprendiendo a manejar y es un orgullo completo”, instó.
Hoy en día, la hija de Dulce tiene 17 años y aunque permanecen asistiendo a chequeos periódicos, permanece estable. La experiencia de Dulce de sacar sus dos hijas adelante, le permitió crecer en su hogar y liderar una organización denominada Dulce Respiro, en la que se encarga de asistir y apoyar a madres que tienen hijos con TEA y se sienten desorientadas. Si quiere establecer contacto con ella, comuníquese al 608 2179865 y recibir información.
La importancia de detectar en la infancia el trastorno del espectro autista es fundamental, sin embargo, vivir con él en la adultez sin tener conocimiento del mismo, también es posible. Por eso, si lee este artículo y considera que tiene algún síntoma que lo hace sentir diferente, contemple la posibilidad y visite un especialista.
FUENTE: MIWISCONSIN